Al comentar el libro de poemas de Willy Gómez Migliaro, cuyo título es El Frontón, lo hago desde mi condición de abogada litigante que disfruta la poesía. Uno empieza a leer este libro y en cada poema encuentra palabras, fraseos en las que el autor nos recuerda los lamentables hechos ocurridos el 18 y 19 de junio de 1986, y que se conoció como el caso El Frontón, el accionar de la organización que provocó intencionalmente una reacción sobredimensionada del estado y la muerte que pasó el centenar de sus miembros. El libro apela a la memoria para no olvidar estos hechos.

Willy Gómez Migliaro
El Frontón se revela como un texto que va más allá de la poesía, convirtiéndose en un testimonio crudo y conmovedor sobre la violencia estatal y la vulneración de los derechos humanos. Este libro puede ser leído como un expediente poético, donde cada verso es una prueba, una declaración o un lamento sobre lo que ocurrió. Los poemas no son solo expresión artística, sino también una forma de evidencia testimonial. Capturan la atmósfera de terror, la desesperación y el olvido de las víctimas, elementos que son cruciales en cualquier investigación de crímenes de lesa humanidad. Así el título del primer poema es “DESDE AQUÍ LOS ACTOS POLÍTICOS, sin olvidar una masacre”, luego imágenes continuas y ahí mencionado el “Pabellón Azul”, y después “Genocidio”. En el segundo poema encontramos el fraseo “No podemos olvidar algo que pasó”, “La playa que hubo y los cuerpos sobre el mar como imagen de sal de sal y más olas. Parecen cicatrices” “Y se trata de un país que esconde tapadas y al voltear las leyes, tapa lejos de uno algo así como olas por venir”. En el tercer poema nos dice expresamente: “Esa verdad es sucia / Por encima de todo es un país sucio Somos heridos y no hay culpa” En el poema cuarto encontramos el fraseo “Justificar la locura. Nadie habla de un genocidio. La memoria ata un efecto pertinente de búsqueda” y luego de una sucesión de imágenes nos dice “Había olor de las matanzas”. En el sexto poema nos dice expresamente “otra rendición” Luego en el poema 7 volvemos a encontrar la palabra “rendición”. Los poemas mantienen viva la memoria de las víctimas, cumple una función de justicia poética frente a la impunidad legal. El libro se convierte en un acto de resistencia, asegurando que la verdad no sea sepultada por la historia oficial.
¿Y qué es lo que pasó? En los penales de Lima y El Callao entre el 18 y el 19 de junio de 1986 durante el primer gobierno de Alan García se produjo el amotinamiento coordinado de los presos acusados y sentenciados de terrorismo recluidos en El Pabellón Industrial del centro penitenciado San Pedro (Lurigancho) en el “Pabellón Azul” del centro penitenciario San Juan Bautista (El Frontón) y en la cárcel de mujeres de Santa Bárbara. Según la Comisión de la Verdad, más de 200 personas perdieron la vida por el uso deliberado y excesivo de la fuerza contra los reclusos que una vez rendidos y controlados fueron ejecutados extrajudicialmente por agentes del estado.
Han transcurrido 39 años y aún no tenemos una sentencia judicial condenatoria contra los responsables de estos hechos. El 05 de febrero de este año el Ministerio Público mediante un comunicado público invocaba celeridad al Poder Judicial tras el quiebre del juicio oral que se había iniciado en el año 2017 contra 35 acusados por la muerte de 133 personas y recuerda textualmente: “ Por estos hechos, la Corte Interamericana de Derechos Humanos emitió dos sentencias contra nuestro país (‘Durand y Ugarte vs Perú’ y ‘Neira Alegría y otros vs. Perú’), por lo que existe la obligación de cumplir con lo dispuesto en los ámbitos de investigación, procesamiento e identificación de los restos por el tribunal supranacional”.
Actualmente el gobierno acaba de promulgar una nueva ley Nro. 32419, denominada “Ley de Amnistía” que beneficiará a todos los miembros de las fuerzas armadas y comités de autodefensa procesados por graves violaciones de derechos humanos entre los años 1980 y 2000 y además dispone la liberación de los condenados por delitos cometidos en el marco del conflicto armado mayores de 70 años”. Los defensores de esta ley plantean que los jueces deben aplicar esta ley sin cuestionamientos, y otros, frente a las críticas fundamentadas sostienen que los jueces pueden hacer uso del control difuso caso por caso. No todo está perdido, aún tenemos jueces valientes que seguro frente a los casos como Ccayara (1988) y otros, donde las víctimas fueron campesinos quechua hablantes no aplicarán la ley de amnistía, pero en este caso, las víctimas fueron miembros integrantes de Sendero Luminoso y por tanto es muy probable que frente a la avalancha anti derechos humanos que estamos atravesando, los jueces terminen aplicado la ley de amnistía.
Así, este último libro que nos entrega Willy Gómez Migliaro es la expresión de la resistencia que desde la creación poética apela a no perder la memoria, a no permitir que se reescriba la misma y que las víctimas no solo de este caso, sino de los miles de víctimas del conflicto interno que se vivió en nuestro país, encuentren justicia. Se los debemos.