La poesía es el enlace entre la turbulencia de  afirmaciones y negaciones que muchas veces hace que brille la parte mediana,  esa supuesta aniquilación o existencia. Se sabe que hay textos épicos y líricos  basados en sucesos donde la condición humana pierde acento, pierde espíritu y  no encuentra salida del oscuro anonimato, y hay casos en que sucede un total  olvido porque el desconocimiento aturde cualquier intento de escribir o al  instante de enfrentarse a la página en blanco.
      
      Pero, ¿cómo acertar a una aproximación de develar la  poesía que la mayoría define como romántica o triste? Aunque no se define la  acción precisa de la creación, será revelación, interrogación, conversación,  locura, benevolencia, comunicación, alteración, provocación, santidad o  herejía.
    Ahora, sobre Willy Gómez Migliaro se anota muchas  adjetivaciones, que es limeño, que está en la literatura peruana desde la  década de los 80; que tiene en su autoría diversos títulos de libros de poesía  de buena factura; que obtuvo muchos premios literarios y que el más mentado es  el premio  hispanoamericano de poesía Festival de la Lira 2015, obtenido en el  extranjero. Pero, como no debo detenerme en algún anterior libro solo por atrevimiento  acudo a uno de sus libros anteriores Construcción  Civil porque para comentar brevemente este libro cuyo título es El Frontón, me arriesgo a decir que, en  el texto mencionado, Willy Gómez Migliaro ya expresaba la inmensidad del mar  entre sus ocasionales presencias y desdichas. Cito un fragmento:
    
      
        Tu cuerpo estaba fuera en  los diarios / era un análisis espiritual y detectiva occidental / traía un  Sísifo por excelencia / un hablante colonial desde tu lengua de tulipanes  escribiendo / pases de vueltas desquitando en silencio contactos / bajo el sol  del mediodía que atiende a una migración / en su baile de representación mítica  y desaparece al vuelo. 
      
    
    En estos versos el  anonimato es una clave en que se sostiene de Sísifo que afinado en una flor  expande el silencio durante su desaparición. Los anónimos solo caben en el  olvido, como muchos escritores y artistas, incluso al mencionarlos son  recordados solo en ese momento, las demás oportunidades quizás se den cada  cierto tiempo y nunca consecuentemente, por eso, para el poeta es como  oscurecerse entre la brisa o la espuma sucia que flota en las orillas. Cito:
    
      
        También estoy aquí cuando  las noticias se cierran o aguas / fósil orilla sorpresa vaga ante el amor /  siento mi corte / adentro entre límites  he encontrado desiertos /  y con otro cuerpo te busco / y veo trescientas espaldas de relleno de  exploración campal / esa legión tiene piel y claro te busco para situar / la  primera piedra
      
    
    El anónimo y extinguido solo  está ahí, como profeta que ausculta oscuramente; aquí, el poeta interroga que  la condescendencia no es útil cuando se desconoce acaso una querencia, si así  fuera, el anónimo está entre un olvido y un dolor ajeno. El poeta se pone en un  estoicismo a caudales de manera existencial, revive lo desecho, anima y  enaltece al desconocido, esa forma de dar vida a quien nunca vio su cielo o su  infierno. El poeta ha cumplido con sacudir algunos textos filosóficos que  realmente pocas veces vuelvo a hojearlos, y quizás por eso uno quede anónimo de  benevolencias, recuerdos, maldiciones y poemas derruidos por los poetas que no atinan  a cuanta alma en pena aun pulula entre nosotros. Algunas interrogantes pueden  originarse como del porqué no brotan los homenajes, las plegarias como responso  de los desahuciados, esto queda en el espacio abismal de una página en blanco. 
    Vuelvo a unas palabras sobre el libro El Frontón de Willy Gómez Migliaro;  primero, se inicia con un verso del poemario Arte de navegar (Runakay Ediciones, 1986) del gran poeta Juan  Ojeda, que dice: 
    
      
        Funesto el mar de eternos elementos 
      
    
    Y en la contratapa leemos lo siguiente: 
    
      
        La poesía no era verdad hecha y ya periclitada, en  ella descubrí los residuos de una conciencia aterrada por la pavorosa  esterilidad del mundo, y gracias a una lucidez que no le permitía callar asumió  resueltamente la historia como desquiciamiento de la identidad. 
                La poesía es pues conmoción y crisis. Lo que  percibimos en el mundo es solo esbozo fraudulento, y pienso que lo abandonamos  sin haber resuelto el acertijo.
      
    
    Antes de entrar a El  Frontón de WGM, acojo estos versos de Juan Ojeda: 
    
      
        Cesa  un murmullo de aguas, y negra es la incierta tierra.
                Y has  debido ocultar el rencor de tanto sueño hurgado,
                Ajeno,  una sabiduría que es cepo y fracaso.
      
    
    El poeta reitera que uno aprende de rencores solo lo  que a escondidas es pretender vengarse, desde la ignorancia o una cierta  violencia que aprende en el olvido, ahí reside las creaciones de bendiciones y  maldiciones. El poeta, acaso, lo celebró tendido en el piso en una calle del  centro de Lima, húmedo de bocinas y gritos, poeta al fin, poeta.
    El poemario El  Frontón inicia con imágenes de la isla que en 1986 fue parte de la historia  impune del Perú, incalificable bestialidad del gobernante de entonces, la  poesía se despliega en tiempo y espacio, esta vez ruinosos testigos de muerte  empapada. El Frontón contiene 12  textos iniciados con mayúsculas, donde se despliega acontecimientos como “el  mar parece abrir una esperanza”, alrededor de la isla que muestra para el poeta  innumerables figuras, de cuerpos y voces extraviadas durante y después del  crimen justificado a oscuras; sensaciones de ánimas que al enervar clemencia ya  cayeron fulminados; comportamientos de mar y tierra presintiendo duelos  inciertos y taciturnos; espíritus sobrevivientes sin extremaunciones de  alborozo; resonancias de plantas y animales marinos como avemarías nunca  atendidas; atmósferas heridas por contaminaciones donde los desechos son luces  de salvación o una vela encendida con furias corales, todo, en una geografía  fragmentada por dolores y oraciones, anónimos despiertos en versos de largo  aliento. En esta travesía entre mar y tierra el poeta ausculta, interpela y  condena; acciones que los versos exploran a manera de lirismo pleno de música y  oráculos. Los poemas van deslizando contundencias que exponen figuras  interminables que culminan en palabras que enlazan con los siguientes poemas,  haciendo un periplo de historias anónimas y fortuitas.
      
      Una lectura atenta de los poemas trae consigo  detenerse en frases que denotan puntos focales del texto, que están circundadas  de palabras que justifican su desenlace, la frase: 
    
      
        Nada de historia /  agita mil cuerpos que se revelan 
      
    
    Con estas ocho palabras, el poema se agranda  conteniendo los sucesos de la isla El Frontón, aquí la historia no cuadra su  cronología instantánea, no releva los hechos, los pliegos históricos son  inútiles y es quizás paradero de extensas efemérides, anónimas como parias que  los estados no reconocen por delitos justificados o inculpados, los vestigios  esparcidos y observados son intrascendentes, la culpa escapa del verso como  pretexto de interceder por los huidizos pero no, ahí está el verso que deja al  lector en pie para descubrir mediante la poesía el incendio de deducciones. El  verso: 
    
      
        Fuimos al principio  semejantes luego distintos
      
    
    Ser connaturales es una manera de estarnos unidos con  diferentes ideas y creencias, las semejanzas al inicio son compartimientos de  anarquía sutil, los vejámenes sociales los distinguen en negro o rojo, la condición  humana no cabe en arremeter sin decir nombres, ser víctimas es despoblar el  alma, marchitar la sangre y caer aún con vida. El verso:  
    
      
        No hay pronunciaciones / Esos cánticos / por  dios / sin luz y sin prueba de un instante.
      
    
    El poeta, no detiene el fluir de palabras, su dictamen  insiste en que debe conocerse una verdad lírica del suceso, lírica veraz,  acuciosa e imperante. Trae a recordar melodías lóbregas por una deidad acaso  inoportuna y sin una salutación no se presenta como auxilio. Las palabras  identifican almas entre aguas y la espuma como nubes que alargan su precipicio  infernal o terrenal.
    La poesía de Willy Gómez Migliaro, tendida en sus  diversas publicaciones muchas veces manifestadas, muestra consecuencia,  cautela, voracidad lírica, cuestionamiento asiduo, libre albedrio entre  musicalidad y versos, atrevimiento acaso político, enervante grito con  entonación cosmopolita, claro ejemplo de su tránsito por diversas geografías,  aunque por su estadía en Cusco y alrededores va apuntando matices novoandinos,  como los errantes consolidados baraja deidades, entrelaza la fe de los fieles e  infieles, comparte festividades y añoranzas, bebe como mayordomo, dialogante  diurno y nocturno, siempre poetizando nunca callando al sol que derrite su  profecía en seguir en la poesía, poesía justa y precisa.