WALDO ROJAS
 
 


El Puente Oculto y Otros Poemas
(1976 - 1981))

Ediciones LAR ( Literatura Americana Reunida )
Madrid , España


 

A este lado de la verdad


A este lado de la Verdad
donde me quedo a ver si nazco,
el Río, símbolo de nada,
zanja el fluyente rencor
de las piedras y del cieno,
trenza el limo su lechosidad
en la que cuaja el verdor de la
alimaña,
y yo, que digo un límite
para todo lo que repta, corre o pasa,
sueño un sueño en el que nombro
a ls cosas por su muerte
y muerdo aquello que se agita
cual el filamento del limo
en el agua destrenzada,
así de limpia, así de pulcra,
puesto que aves ahí mismo vuelan
sus distintos vuelos,
helechos aguardan repetir su clave
y es posible que peces sobrenaden
a la emboscada del copioso desove.

Cuanto existe en este Lado
capaz de estertor o movimientos
se yergue, se entierra, se encrespa o reaparece
a despecho de cualquier fiereza
en tanto el aire, el virginal, el cauto,
en mi boca despereza su espasmo de guadaña.

A este lado de la verdad, verdor y landas,
descorro yo la gasa pálida,
contemplo el estupor de lo que veo
como desde adentro de una pulsante llaga,
o es que veo que me miran mientras digo
lo que hago y callo lo que muerdo,
y es por eso esta apostura vergonzante

y es por eso, además, que ahora pasa
a grandes voces como el cortejo de un ajusticiado
toda esta agua indigna de su solemnidad,
que sopla una brisa de inocencia abyecta,
que rompe el pétalo la luz que vivifica
y desde el fondo de esa linfa de putrefacciones
-símbolo de todo cuanto pasa-
muerde el hongo a traición su hueso algodonoso,
y tanta calma, tanta,
........................... (Ahh, Realidad Espejeante)

que las palabras me van pesando
con la fuerza obtusa de un cerrojo
.................................... herrumbrado.

 

San Juan de Pirque, Chile, septiembre/octubre de 1973.

 

De rerum natura

Ciel, air et monts découverts.
Tertres vineux et forêts verdoyantes...
RONSARD

Cosas de la naturaleza que hablaron para nadie,
nuevamente resulta que enmudecen, para vergüenza mía,
con una mudez cuánto más clara.
Ya no podría asegurar que soy el que contempla,

........................................ totalidades de mi nada,

la suma interminable o el diezmo sin rencores
a cuya sombra recrudecen nuestras ruinas.

A la manera de una cifra impávida
cruza nuestro tiempo por la urdimbre de esas confabulaciones,

germinaciones, metamorfosis, quietudes,

actos sin más potencia que el oscuro sí mismo
para el que ajenas a cualquier Voz indócilmente trabajan.

..... Porque,
..... piedra, agua, más los verdores de pronto irisados
..... por la flor que anuncia el ortigal silvestre,
..... no me dicen que alguien pueda nombrarlos de otro modo.

Ni siquiera están pidiendo congregarse
a la emboscada de otro Reino que este mismo paraje
en el que inmóviles o apenas agitados
dialogan mutuamente y se acercan sin lenguajes.

Aquí donde me hallan, reducido por el Arte Falaz de la Palabra
a imitar el remedo brutal con que replican al acoso de nuestras imitaciones,
el guijarro del remanso seguirá llamando al agua
reteniéndola en su signo inaplacable.

 

Mascarada final


Toda esa alegría mojada por las lágrimas de la araña vienesa,
y como las hojas sobre las hojas caídas desde siempre
encima del guijarro del bosque artificial,
máscaras calzadas sobre máscaras.
Toda esa locura de voces que sonríen, de risas que repliegan

un silencio de labios encarnados,
.......................................... para ti,
que estás contigo mismo como una pesadilla
con su víctima.

A la espera por las habitaciones, en mitad del baile interminable
donde el gesto emblemático del antifaz y el guante
desata las reptaciones de la seda,
el vuelo inflamado del tul al capricho del vals.
Metalizado el aire por los bronces,
el agua de la fuente luminosa crispada en su rencor
privado de poderes.
Tu aliento por la boca como un cuerpo retráctil,
mientras -promesa o amenaza, qué más da-
bien pudiera el palacio estallar en trizas
sólo a causa del brillo de sus luces interiores.
Pero no.

..... Oscuro paraje, oscuridad, el dorso de la luz,
..... su moneda ciega.

Es así como vienes a mi encuentro, Damisela, oculta y presente como ellos,
pero bajo otra forma del temblor del mismo velo,
tu paso esponjado, inconmovible, distinta del color de tanto Paje,
tanto Rey, tanto Bufón, Gitana, Arlequín,
Verdugo,
tanto Corsario, Cazador, Obispo
................................................ contra mi desnudez.

Aquí es donde me tienes, cual una mancha o un fauno de marmolería,
confundido en un rincón con el muérdago del muro empapelado,
y así de real como lo quiere tu visita,
más que nunca.
..................... Libre esta vez de azar o miedo
a causa de tu celo irremediable, a merced suya.
Ya ves como coinciden mi beso y tus cambiantes deseos,
porque ya no podría razonar.
Me limito pues a mantener sobre mis labios
la quemadura o el hielo del mucílago de tu beso,
..................................... ardida, escarchada Dama Negra.

 

Ciudadela


No ofusques el paciente esperar de los jardines yertos.
No exasperes el gusto frío y ácido del hierro del Jardín.
No quieras arrastrar tu nueva placidez
por entre estos manojos de llaves huérfanas.
Ni muerdas la mano, lenta mano, que te tienden
como un velo,
ojo sin más acechos, párpado desmantelado.



 

 

 
 

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