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El origen de la ruina, de la lengua.(1)

Reflexión crítica sobre Metales Pesados y Alto Volta, de Yanko González.

Rodrigo Arroyo



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No existe evento o cosa, tanto en la naturaleza
viva como en la inanimada, que no tenga, de
alguna forma, participación en el lenguaje.
Walter Benjamin

Creo que un modo preciso para presentar el proceso escritural de Yanko González es verlo a este como un intento por buscar las huellas que el pasado reciente ha dejado en el lenguaje, para luego exhibirlas, ponerlas en circulación. Esto es: presentar una mirada para una historiografía por venir. Zygmunt Bauman señala que tanto como es rápido aprender en estos tiempos, es también rápido olvidar, así, lo que nos da a entender González, como primera cosa, a través de su escritura es que la poesía es el espacio para la memoria. Un lugar frágil que debemos buscar siempre por los bordes, por fuera; pues en las grandes historias, en los relatos, los cortes no permiten ver que todo es un continuo. No hay proceso que termine para que otro inicie. El trabajo de González entonces es un proceso en el cual la escritura se constituye como un montón de huellas que un tiempo deja en quiénes son parte de él. Y que a la postre dichas huellas se convierten en los espacios de la historia que siempre quedan fuera. Porque debemos convenir en que el lenguaje poético no provendría de un conocimiento de la realidad, sino más bien él se constituiría, es decir adquiriría un sentido, un significado, cuando se ha forjado desde los hechos y la subjetividad. Sin acotar por ello a la escritura poética, a permanecer dentro de los límites de la representación, sino más bien a permanecer en el umbral, moviéndose entre la certeza de los hechos, forjados a pulso, y la incertidumbre del deseo.

Ahora bien, reflexionando sobre esta breve introducción, podemos señalar que la escritura de González se inscribe en la dialéctica: realismo – estética. En otras palabras: arte y política; lo que en Chile podemos asociar a lo que torpe y pobremente conocemos como generación de los noventa.  Podríamos acotar, además, que dicha inscripción es leída desde la desaparición de la lucha de clases como idea y como espacio, persistiendo ésta a través del desmontaje estético que podemos resumir en el concepto arte y política, que velozmente deriva en lo político del arte. En otras palabras la forma que el lenguaje adopta producto de los alcances de la dictadura, donde perece la lucha de clases, es la que sufre los embates del espectáculo. Y es allí donde situamos Metales Pesados, primera aparición de González, que comprende un proceso, o más bien un recorrido en dos momentos; Metales Pesados y Alto Volta (publicados por Ediciones Kultrún, en el año 1998 y 2008, respectivamente).

Es en las postrimerías de los noventa, que Yanko sitúa a Metales Pesados como su gesto de distancia ante las escrituras de aquella década, aunque pueda no sentirse quizá el peso del gesto dada la ausencia de escrituras más cohesionadas, o con mayores nexos entre sí, o no tan fragmentarias. En otras palabras, eran tiempos en los que el campo cultural busca re-articularse a partir de la supuesta ausencia visible de una dictadura, pero dicha rearticulación, hay que precisar, debe comprenderse como un continuo. Así, pensando en  Bourdieu, serían tiempos en los que se estaría definiendo o apostando por posiciones objetivamente definidas. Pero bueno, al conseguir su escritura el escape, el aislamiento o la distancia de otras, podemos ver cómo se configura un gesto anticipatorio, digamos, respecto a escrituras aparecidas en la década siguiente. Ahora bien, para aclarar lo anticipatorio, prefiero utilizar un fragmento de Prisión Perpetua, de Ricardo Piglia:

el futuro, dijo mi hermana, no depende de ninguna decisión moral, sino del grado de exactitud con el que se pueden prever las alternativas cifradas en el presente.

Y bien, no deja de ser importante señalar que Alto Volta no logra ahondar, e incluso redunda en lo que Metales Pesados logra prever. Pues toda la irracionalidad relacionada a la naturaleza de lo vivo (2), del lenguaje adulterado por el uso urbano que a la postre deviene en un lenguaje lumpenizado, es reemplazado por paratextos culturales que operan limitando la amplitud crítica que Metales Pesados exhibió, pese a que ya existían en él, digamos actuando como notas a pie de página. Irónico traspié que devela la conducta de la academia, esto es, darle continuidad, inclusión y cauce a lo que está fuera de ella. Aunque es importante señalar también que en ambos momentos escriturales Yanko logra corroer el dispositivo desde el cual se plantea o es originario todo poema, esto es: el lenguaje y la realidad de la cual proviene. Generando una producción, un corpus, que va más allá de ser una suma de poemas, pues es a través de ellos que se permite utilizar la poesía como un umbral de pensamiento crítico. Sería preciso tal vez acotar que la escritura de González se origina, con Metales Pesados, como el intento de  apertura o inauguración de una brecha escritural, que si bien no es novedosa, abre espacios que han quedado expuestos sin mucha exploración, digamos, seriamente. En otras palabras, el tejido textual que nos propone Yanko se plantea como una irrupción a las raíces expresivas del lenguaje, al exacerbar y extremar el lenguaje y la violencia de la que él nace; llevándolo a una instancia de superficie, como si en vez de la excavación lo que importara fuese el exhibir las piezas nada más, y que su desgaste dijera del tiempo, de la tierra, y tantas otras cosas. O aún de otro modo, es como si se preguntase por la base de nuestra experiencia con la poesía en términos vitales, por cuanto es ella una observación crítica y aguda de la realidad. Observación que González apunta sin abandonar el lenguaje escrito, o caer en la utilización de imágenes iconográficas a diferencia de Vírgenes del Sol Inn Cabaret, de Alexis Figueroa, por ejemplo. Distancia que se genera de igual modo, pero más bien a partir de los propios referentes, con Insidia del sol sobre las cosas, de Germán Carrasco, generándose entre ellos un interesante contrapunto y distancia.

Y bien, para ahondar en Metales Pesados, hagamos el ejercicio de imaginar dos cuerpos, dos rostros. Uno frente al otro, cercanos, mirándose; concentrados en los ojos, como si en ellos estuviese aquello que develara el gesto del cuerpo, imposible de exhibir por otra de sus partes, pues ninguna otra devuelve la imagen que observa. Concentrados en lo que ven pues, visto así, la realidad vendría de lo que la mirada les entregue, pues el ojo actuaría al modo de un espejo, devolviéndoles una imagen de fondo que perciben al mirarse a sí mismos nada más. Leer así a Yanko González es revisar una escritura que reflexiona sobre sí pero sin olvidar el trasfondo del que nacen los textos. De este modo, la reflexión sobre sí misma se da desde el momento en que la escritura es planteada desde la mirada, como la forma posible por ingresar al mundo del otro que exhibe su mundo desde lo visible, de este modo, la alusión al ojo no es más que una forma de señalar que la escritura en él, más allá de lograr constituir una estética propia, logra posicionarse como un estado de conversión del lenguaje. Esto es: que una forma de abordar la realidad en la escritura poética sea al mismo tiempo el intento de una disociación de la escritura de su propio dispositivo nada más a través del uso de la palabra. Es decir, que el intento de dar cuenta de la realidad a través de un texto poético, incluya un cuestionamiento y renovación de la forma de concebir un texto, a través del uso de la palabra. O de otro modo, pensar la insurrección como lógica a instaurar entendiendo que un lenguaje modificado, levantado, nos lleva a preguntarnos ¿Qué es eso de modificar el lenguaje propio?, ¿En qué sentido existe un lenguaje propio en la escritura de Metales Pesados?, ¿En qué sentido dicha escritura comunica el hecho que existe ese lenguaje?, o más allá aún, ¿En qué sentido esta escritura, más allá de dar cuenta y comunicar la existencia de un lenguaje propio, da cuenta de una falta, de una ausencia, de una pérdida?  

¿Cómo responder, por dónde comenzar?, creo que una buena forma de responder es apropiándome de la respuesta que Primo Levi otorga a propósito de la pregunta por las raíces literarias, libro-respuesta antológico respecto de los autores que en él operaron como etapa de formación hacia una posible declaración poética. Por qué empezar por Job, se preguntaba entonces Primo Levi (lectura que da inicio al libro), respondiéndose luego, él mismo, que esto se debe a que Job encerraría las preguntas de todos los tiempos. Las que vinieron, las que vienen y las que vendrán; todas ellas sin respuesta. De este modo las preguntas anteriormente planteadas, a propósito de la escritura de Yanko, señalan la imposibilidad de una respuesta cabal, o bien encierran ellas una cantidad indefinida de nuevas preguntas. Y esto se debería, creo, a que lo que podemos leer en Metales Pesados es la aparición de una escritura que busca ser reconocida como tal pero surgida fuera de ella, como creada al momento mismo de estar saliéndose de la misma escritura, digamos poética. Cubriéndose, ocultándose en las notas a pie de página, en la jerga que utiliza; pues en el fondo lo que persiste es el miedo, el horror vacui, el horror ante el vacío.

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El lenguaje, en Metales Pesados, y por extensión, aunque en menor medida, en Alto Volta, actúa como objeto metaforizado, es decir, en él convergen, en su condición de lugar, situaciones/estados propios de la representación. Lo que nos indica a contrapelo que es el relato el que cobra valor en la escritura de Yanko, más allá de la asociación o el fraseo que el lenguaje nos otorgue. Incluso por sobre las imágenes que la escritura pueda exhibir. Porque es preciso señalar aquí, digamos, en el contexto de esta escritura, que los sonidos no permitirían la acumulación de capital simbólico que sí podrían mantener las palabras que sostienen un relato.

Y que ellas –las palabras- serían una realidad plasmada a modo de registro. Así, lo que podemos leer en Metales Pesados es una visión del efecto transicional, en un doble sentido. Primero, en un sentido político-público, dentro del cual encontramos el desarrollo de un trabajo morfológico respecto al territorio, afectado por una segregación mantenida democráticamente luego de la dictadura, encontrando aspectos tales como: clasificación, localización, e identidad. Mientras que el segundo sentido estaría relegado a la noción de campo poético por cuanto lo que plantea su escritura deviene en una estética seguida muy frívola o superficialmente por escrituras posteriores asociadas al grupo novísimo e incluso posteriores a él, en su intento por buscar un vínculo de lo real a través de lo urbano, o del grupo, de la tribu, de lo marginal; en términos del habla que posean y de la materialidad mediata que los caracterice sin siquiera profundizar un rescate o exhibición de lenguaje, ya ni siquiera problematizarlo.

Pero existe un residuo que permanece luego de este doble sentido antes mencionado, el cual tiene relación con el efecto social de la clausura pública, no digamos efectiva, de la dictadura. De este modo, comparar la violencia verbal exhibida en los poemas, como la frivolidad escritural de quiénes pretenden una continuidad de este proyecto, coinciden en ser un resultado, el producto, de una violencia militar amnistiada por la clase política. Así, es importante destacar, por sobre todo lo mencionado anteriormente, que la diferencia que destaca a Yanko es que pese a que su noción de poema sea esencialmente lingüística, y como tal, tildada fácilmente de académica, es la experiencia o la realidad de la que se nutre, la que vemos en el cuerpo textual, es producto de una observación aguda sobre lo que ha ocurrido producto de los acontecimientos ocurridos en este país. La estética entonces radica en la palabra, como ella es hendida por su imagen, por el cuerpo alienado que la tensiona, y que nos deja la melancolía, que Habermas la vincula a la existencia de un objetivo común como sociedad que se hallaría perdido, que alguna vez hubo allí cuerpo social. Siendo Kafka el extremo en este tema al anticipar ciertas formas de alienación, producto de la forma de vida del hombre en la sociedad en la cual en la que se desenvuelve.   

En el intento de resumir una lectura de Metales Pesados y Alto Volta lo que permanece a la vista es la acumulación de capital simbólico por parte de las palabras que sostienen una escritura, lo que puede ser pensado en parte como los cimientos que permiten el establecimiento o nacimiento de una voz que marca, una voz marcada y que no se remite a la mera representación; en otras palabras, al decir de Wittgenstein, una escritura que da cuenta con fuerza aquella cercanía de realidad y lenguaje. En este sentido sería interesante plantearse la fonética presente en ambos momentos escriturales de Yanko como otra forma de pensar la imagen poética, la visualidad de la escritura, que viene de la experiencia viva, ajena al poeta, quien la registra y reflexiona sobre ella; la desborda y la contiene. Ésa es creo una apuesta radical en Yanko, y lo que distingue su escritura de lo que podríamos denominar generación. Llevándolo, como decía anteriormente, a transformarse en un punto de fuga de la denominada generación de los noventa, entregándonos a contrapelo un dejo melancólico en su observación crítica del país y del lenguaje.

Valparaíso, primavera del 2011

 

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Notas

(1) .- Una primera versión de este texto es parte de la Antología crítica del encuentro de poesía, A cielo abierto, Valparaíso 2010.
(2) .- Adorno le criticaba al arte aquello, su falta de irracionalidad. ADORNO Theodor, Minima Moralia, Ed. AKAL, Madrid 2004. Pág. 80

 

Bibliografía consultada

- ADORNO Theodor et al, Aesthetics and Politics, Ed. Verso, London 2007.
- ADORNO Theodor, Minima Moralia, Ed. AKAL, Madrid 2004.
- BAUDRILLARD, Jean, Cultura y simulacro, Ed. Kairós, Barcelona, 2002.
- BENJAMIN Walter, Sobre el lenguaje en general y sobre el lenguaje de los humanos, en Para una crítica de la violencia y otros ensayos, Ed. Taurus, Madrid 1994
- FIGUEROA Alexis, Vírgenes del Sol Inn Cabaret, Ed. Del Temple, Santiago 2006 (reedición)
- GONZÁLEZ Yanko, Alto Volta, Ed. Kultrún, Valdivia 2007
- GONZÁLEZ Yanko, Metales Pesados, Ed. Kultrún, Valdivia 1998
- KRISTEVA Julia, Sentido y sinsentido de la rebeldía, Ed. Cuarto Propio, Santiago 1999
- LEVI Primo, La búsqueda de las raíces, Ed. El Aleph, Barcelona 2004
- PIGLIA Ricardo, Prisión Perpetua, Ed. La página, Buenos Aires 2009



 



 

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