Beatriz Alicia García
 
 



EL LIBRO DEL EXILIADO

 (1998-1999)

Beatriz Alicia García

Kaerimireba yuki-aishi hito kasumi keri

                    Shiki

(Cuando miré atrás,
El hombre con el que me crucé
    Se había perdido en la niebla.)  

sabes que no hay exilio
cuando todo es exilio

por qué dices entonces:
sería bueno tener un país?

porque sería bueno tener un país
cuando nada fuera exilio

           Julio Miranda

PILLOW BOOK

Tu cuerpo es sagrado.
Tu cuerpo
es tu templo
en la tierra,
tu daga
y el perfume de tu vida.

Mi cuerpo es sagrado.
Como la Luna,
El Sol,
el Rayo en el cielo.
Tauro,
Caballo de Fuego.

Tu cuerpo es
tu fortaleza,
carne sabia
que desconoces,
es sagrado,
amas con él,
y con él te sumerges en la noche.

Mi cuerpo
es sagrado.
Porque sangra
y está vivo;
y en él está escrito
mi historia,
desde el principio.

En él me acurrucaré
para el gran viaje,
el sin preguntas,
el sin retorno,
como estar vivo.

Quiero entrar
lentamente,
muy lentamente,
en los cuartos prohibidos
de tu alma.

Oh tu desnudez
de hombre silencioso
y calmo.

Oh la desnudez
de tu alma
en mis manos ansiosas.

Van hacia ti,
a pesar de mí.

El cielo estrellado
de Guarenas
y nosotros,

más nada.

El hondo silencio compartido.

Es mudo el corazón
cuando no le cabe lo que ve.

Tu boca
adictiva,
tu boca
que sabe a yerbabuena
y a mar salada,
tu boca
que me ha mordido
hasta el alma.
Tu boca,
ese animal ansioso
separado de ti,
con vida propia,
tu boca
Chino,
tu boca y mi boca,
pacto perverso
tan lleno de ternura.

Desconozco la fragilidad
de tu fuerza.
Pero la vislumbro.

Dejo que me arropes
con tu cuerpo,
y me abraces
con tu alma.

Tengo miedo de esta desnudez
nueva,
va a dejarme a la intemperie.

ORILLAS

Vaya a saber por qué
estoy del otro lado.

Tu no quieres llegarte
hasta aquí.

Te excusas muy mal.

Tu estás en la otra orilla,
y yo no quiero ir hasta allá.



Desnudo en la ventana.
Te pierdes en el horizonte de Guarenas.

Me pierdo
en los contornos de tu cuerpo.

Me pierdo en la distancia
que nos separa,
más ancha e infranqueable
que unos pocos pasos.



Vine a descansar
del mundanal ruido
de Caracas.

Vine a estudiar japonés.

vine a invadir estas paredes
zen.

Vine a poblar
estos espacios vacíos,
que habitas
cotidianamente.

(¿Cómo puedes vivir
en una casa tan desnuda?)

Extraño Tokonoma

abres,
en las paredes
de mi alma solitaria.

El poema
nunca es en presente.

Es como tu sombra,
que me pareció ver
en dirección al baño.

Una fugaz imagen.

Otear la vida
en las palabras,
¿será como otear delfines
en alta mar?
¿Como otear estrellas
bajo el cielo de Guarenas?

Cuando duermes
te transformas
en un antiguo guerrero mandarín,
te haces increíblemente
sólido,
te vuelves a tiempos arcanos,
te transformas en un dios,
un muerto bellísimo
que desconozco.

Cierras puertas
dentro de las puertas abiertas
de tu casa.

Hay un laberinto
donde estás perdido.

Hay una llave
que lanzaste al vacío.

¿Abría qué puerta,
qué habitación clausurada?

¿Cómo decirte
que no estás
frente a mí
estando tan cerca?

Lentamente,
el sol
toca nuestros cuerpos,
soñolientos.

Lentamente,
se buscan
nuestros cuerpos,
para llenarse de luz.

Escucho
una hermosa canción,
que has puesto para mí,
una hermosa y tristísima canción.

Abres,
tu vieja herida.

Entonces recuerdo
que no eres de aquí,
que creciste
en un lejano país austral
que nunca he visitado.


La paz me hace daño.

La alegre y suave tranquilidad
de tu casa,
me ha hecho extranjera
en las calles
de mi ciudad.

Tiendo palabras como puentes.

Es mi vicio.

Tiendo palabras  como puentes.

En vano.

Idiota,
envenénate.

No te busco
en los rostros del metro,
en el sueño,
o siquiera en las hojas
bañadas por el sol tropical.

Sangran mis labios.
Estás en mi piel,
vehemente,
lobezno.

Mi piel sabe
de reversos.

Mi piel sabe
lo que yo no sé.

El profundo misterio
del instante pleno.

Ignoraba
tu otra orilla.

Has cerrado herida con herida.

Pero tu ausente
te persigue,
aún es tu sombra.

Yo no puedo darte
consuelo.

Me cubrirá la noche,
esa amiga que conocemos.

¿PODEMOS SEMBRAR LA PAZ?

                                                a la memoria de Ramón
                                                                        Douglas
                                                                        y Víctor

No sé por qué
estamos tan rodeados
de muerte.

Nuestros amigos
mueren en la calle,
asaltados por el miedo,
asaltados por el hambre,
torturados por el odio.

Kosovo estalla
como una herida
en el mapamundi,
corren mares de sangre inocente
en Kosovo,
bajo el sol
de estos días aciagos.

No es la muerte
de los otros,
en la prensa
o en la televisión,
ataúdes que se olvidan,
fosas comunes.
Son nuestros amigos
abaleados en las calles,
es la muerte
clavando sus garras
de águila
en nuestro pecho,
como un hondo tatuaje,
como el estallido de un mundo
quebrado para siempre.

 Intento volver.
No hay camino hacia tu casa,
en algún momento
perdí el camino hacia la mía.

Sabía que esto iba a pasar
y seguí adelante.

Que me caiga el látigo.

Cuidado.
Los extremos se tocan.

Cuídate de las mujeres solas
que dejas entrar en tu corazón herido.

Quizá,
tú tampoco salgas indemne,
Chino.

No te voy a apostar
como una moneda codiciada,
no juraré en vano
por ti.

Desconfío,
puedes creerme,
amigo.

No prenderé velas
a los santos,
ni me haré harakiris
emocionales.

Yo ya no busco
ningún camino.

Yo ya sólo sé alejarme.

Más vale que te cuides de mí.

Cuídate de las mujeres solas,
largamente solas.

Hay treguas que duelen.

Una desconocida me dijo ayer
que te tome como un regalo,
sin esperar más,
sin pedir más.

Un regalo
por un rato
de la vida.

(Funcionó la idea
por unos minutos).

Era una mujer muy cálida,
me hizo el único pedido del día.

Al atardecer,
cuando tragué el cansancio
de diligencias inútiles,
y no tuve a nadie a quien contárselo,
cayó el látigo.

No es cuestión
de pérdidas o ganancias.

Cerca o lejos.

Caminamos terrenos movedizos,
campos minados.

No somos inocentes.

No somos el uno para el otro.

Hemos tendido puentes,
hondas grietas
que lastiman.

DEJA VU

¿Puedo hacer de esto que nos une
una ceremonia alegre?

¿Podemos cerrar los ojos
y cerrarle puertas
a otra cosa
que no sea el instante?

¿Acepto que poseer
no es el camino
no era la meta?

¿Es amar?

ESBOZOS CON AGUA DE MAR

I

La lejana ave solitaria,
planeando
entre las nubes del Litoral,
se parece a mí.

¿Dónde estás tú?

II

Sólo el mar
conoce mis secretos más profundos.

Sabe mi alma.

III

Como Abu Simbel,
salvado de las aguas,
de improviso
flota tu imagen,
en este paisaje que te excluye.

Es cierto.

No te conozco.

Pensé que te conocía.

La ironía te queda bien,
ese modo de hacerte odiar
para que no sea triste.

Se confunden
las víctimas
con los verdugos.

Se confunden
las víctimas
en este estallido
de mi alma kamikaze.

At the end of the suffering
there was a door.

        Louise Glück Wild Iris

No me busques.

Sé llorar sola.

Déjame desahuciar
este sentimiento,
a solas.

Déjame aprenderme
tu ausencia.

Dame ese privilegio.

Dame esa puerta.

Ya conozco el hambre.

El hambre
honda,
insaciable,
que te queda,
cuando viviste el hambre,
cuando deseaste pan
y no había.

Desearte,
no es muy distinto,
Marcelo.

¿Puedo culparte
por no amarme
como yo te amo?

No es cuestión de culpas,
amigo.

Abriremos boquetes
a la luz.

Construiremos historias.

Otras calles se abrirán.

No querré volver.

No habrá nostalgia.

Ni página en blanco que nos convoque.

Hay cielos
en el alma.

Caminos.

Hay lugares para encontrarse.

Hay lugares.

Puertas.

ARBOL TALADO

Andáis
en tierra seca.

Andáis,
en el desierto de Atacama
de tu alma.

Andáis
más lejos
más lejos.

Andáis
chiriyin,
nunca te quedáis.

Nunca sos raíz
bebiendo de la tierra.

Andáis lejos chiriyin,
pero tampoco es allá
en tu Chile natal.

Ni en la Francia natal de tu padre,
ni en el Taiwan de tu madre.

No hay regreso posible.

Sos árbol talado.

Sos herida.

Por alcanzarte
volví a nacer.

Ahora soy una niña
muerta.

¿Y si no estalla el dolor agazapado?
Y te va mordiendo...

Di el grito,
en la penumbra de la noche,
-mala compañía el grito mudo-
pero dílo, azúzalo,
perro grito con baba en las fauces,
para que vaya y torture a otro.

Ese grito agazapado,
de vivir en guerra.

Todo exilio es una guerra,
-perdida, claro-
un país perdido
(gana la nostalgia).

El mío es,
exilio en tierra patria, amigo,
cómo no entenderte.

Tu patria es el lugar,
donde decidas ser feliz.

para Miyuki sensei

Watashi no uchi
fune wa ikimasu.

(Mi casa
es un barco que parte)

Todo lugar amado
está en el alma.

 

Autor

Beatriz Alicia García Naranjo

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