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. El miércoles 
        11 de marzo, a las 8:05 de la mañana , el escritor Adolfo Couve se 
        suicidó en su casa de Cartagena. Al morir, dejó el manuscrito de La 
        segunda comedia, título definitivo de lo que también se llamó 
        Cuando pienso en mi falta de cabeza, una extraordinaria novela 
        con la que completó su obra literaria.
... Couve no mentía ni 
        capéo nunca: tomó todos los riesgos y asumió todos los costos de 
        meterse, como él decía, en el túnel del arte. No es verdad que tenía un 
        palacete en Cartagena, como se ha repetido. Se trataba de una bonita 
        casa de ese balneario, venida a menos como todas, donde armó como pudo 
        un lugar donde vivir, hasta que se la sopló el lobo.
... Sin lugar a dudas, la obra que dejó ha 
        instalado un sólido y crucial referente en la literatura chilena de hoy 
        y de mañana. Lo que sigue son opiniones suyas recogidas en diversas 
        conversaciones, a lo largo de los últimos años, por la 
        periodista que firma estas páginas.
        
        
LA EXIGENCIA
        ... Yo creo que lo 
        único importante es no escoger el camino fácil, a pesar de que por eso 
        uno caiga a la cama y vea todo negro. Aunque la exigencia sea enorme, 
        uno tiene que hacerle siempre el empeño a eso que le queda grande, 
        porque de repente algo se te devuelve y, aunque sean unas migajas, eso 
        es más importante que haberse repetido hasta el cansancio.
        ... Detesto lo 
        anecdótico y me carga la "imaginación". No la he ocupado nunca. Si la 
        ocupara podría hacer una novela al mes, pero no me interesan las novelas 
        que consisten en andar destapando los techos de las casas para mirar lo 
        que está pasando adentro. Esos son folletines, vida privada, escándalo. 
        Un artista jamás hace eso, porque si yo me pongo a destapar techos voy a 
        encontrar un público que lee por curiosidad y no por la aventura del 
        lenguaje.
        SEGURIDAD INSEGURA
        ... La alegría más 
        grande es cuando se te va dando al unísono el lenguaje y el contenido, 
        porque ahí tú estás armando un organismo que está fuera de ti. Es una 
        cosa que da una seguridad tremenda, aunque después se pierda. Mi vida ha 
        sido esta seguridad insegura, pudiendo yo haber tenido seguridad total 
        en la pintura, donde no tengo problemas.
        BÚSQUEDA DE SÍNTESIS
        ... Cuando uno busca 
        algo y no a alguien, ¿qué busca?: un libro de poesía o un libro 
        concentrado, porque eso es lo que te acompaña. Un libro de esos es más 
        que una película, a menos que sea una película que den muy tarde en la 
        noche y que sea en blanco y negro.
        ... Escribir corto o 
        largo, poco o mucho, no es una medida. Hay gente que escribe Por 
        siempre ámbar, por ejemplo. Es un libro que tiene varios centímetros 
        de grosor, y como parece un pisito, si le pongo al lado Lo que el 
        viento se llevó se arma el amoblado completo. La literatura que se 
        juega por la síntesis, en cambio, es muy difícil de alargar, a menos que 
        uno se ponga a explicarla: ahí podrían aumentar sus páginas al doble, 
        pero ése es un error, porque a la palabra bien puesta le sobran las 
        explicaciones.
        PINTURA Y LITERATURA
        ... Durante muchos años 
        sufrí porque me pasaba todo el tiempo dándome vuelta la chaqueta: de la 
        pintura a la escritura y viceversa. En ese sentido, La comedia del 
        arte ha sido una catársis: Camondo es el pintor que hay en mí y que 
        pinta sin ganas. O sea, pinta mal. Y Sandro es el pintor bueno que hay 
        en mí y que no tiene necesidad de escribir. Pero donde yo me he jugado 
        verdaderamente es en la literatura. Pinto de vez en cuando. Pinto porque 
        tengo condiciones innatas y eso tiene que tener una salida. Me gusta el 
        formato chico y no tengo pretensiones, porque no me siento obligado a 
        entrar en la historia de la pintura chilena.
        EL ENTREMEDIO
        ... Yo venía del San 
        Ignacio, entré al Bellas Artes y fué muy difícil que me adaptara a la 
        Universidad de Chile. Ahí me miraban como a un niño pije y el medio me 
        era hostil, pero conmigo se equivocaron, porque yo toda mi vida he sido 
        un callejero y mi incomodidad con la burguesía ha sido de siempre. No 
        podía soportar los peinados, las mujeres, la mentira, la crueldad: hasta 
        el día de hoy.
        ... A los 20 años tenía 
        lista una gran carrera de pintor en Nueva York, pero como yo no puedo 
        ganar, me dio lata y me volví. No me gustó ese éxito, porque te acerca a 
        la muerte. ¿Por qué? Porque te saltas el entremedio. Lo maravilloso en 
        la vida es tener una gran aspiración, pero si desaparece el entremedio, 
        te encuentras con la muerte al tiro.
        ... Durante el año que 
        estuve después en París, pinté muy poco y volví a Chile decidido a 
        aprender a pintar en serio. En esa época también publiqué mi primer 
        libro: Alamiro. Había empezado a funcionar esa dualidad entre los 
        caminos de la pintura y la literatura, que se han ido juntando ahora que 
        soy mayor. 
        PROFESOR DE LA CHILE
        ... A mis alumnos no 
        los reconozco en la calle ni sé cómo se llaman, pero es bonito ver esas 
        caritas ahí, que no saben nada y a las que uno les habla como si supiera 
        mucho. Yo les invento que lo que digo es la Biblia, aunque no sea 
        la Biblia, para que crean en alguna cosa y puedan pisar en 
        terreno firme.
        ... Como no soy una 
        persona caritativa ni buena, entonces digo ya está, cuando me esté 
        muriendo me van a preguntar: ¿y no hiciste nada por los demás? Sí, hice 
        30 años de clases. Mi curso se llama introducción a la estética y hablo 
        de Rembrandt ¡ahí en Macul! Salgo para afuera y pienso: les acabo de 
        pasar La ronda nocturna y pasa una micro rajada que dice 
        Matadero-Palma. ¿Qué hago yo acá?, pienso entonces. Pero si uno se va a 
        París a hacerse famoso está dejando a los jóvenes con ganas de irse para 
        allá también y eso no puede ser, porque es una cosa artificial y 
        entonces aquí no va a quedar nadie.
        LO AMERICANO
        ... No puedo ver el 
        realismo mágico. No me gusta ese vodevil. Yo nunca he visto Macondo en 
        ninguna parte. América es mucho más complicada de definir. Este es un 
        lugar ambiguo, más escurridizo, y esa sutileza nos queda grande. Lo de 
        América me importa y, dentro de eso, también esta encerrona que es 
        Chile: esa cordillera nunca la cruzan de verdad los aviones.
        ... Pero para mí es 
        mucho más rico lo que pasa aquí que la cosa europea. Juan Francisco 
        González, por ejemplo, pintando en Melipilla, es mucho más importante 
        que cualquiera de los impresionistas, porque tiene esos potreros 
        inmensos al frente que se lo comen. Eso me interesa: el perder la vida 
        en un panorama enorme. Es muy difícil darle forma a eso.
        FOME Y ENTRETENIDO
        ... La economía que yo 
        persigo en el lenguaje es para que salga una cosa fome, porque lo fome 
        para mí es lo entretenido. Está todo saturado de entrenteción. Veo una 
        pelicula entretenida y al tiro me aburro, pero si aparece por ejemplo 
        una señora de clase media preparando sánguches en la televisión, ahí me 
        enchufo. Donde no pasa nada, pasa todo; no pasa nada, pero pasa todo lo 
        mío. Valoro a las personas sobre las que no se sabe nada; a las personas 
        que pasearon por la terraza de Cartagena el año 30 con un hijo de la 
        mano y no fueron para ninguna parte; a los que ocuparon piezas en las 
        residenciales, que abrieron los cajones y se fueron.
        ... La descripción es lo 
        que más me interesa en la vida. Es mi manera de rezar. No soy beato ni 
        católico. Los artistas tenemos otras iglesias. No cabemos ahí. No se nos 
        puede pedir tanto.
        PLUMAS
        ... Volver a leer lo que 
        escribí hace 20 años ha sido ver lo poco desplumado que se está cuando 
        se es joven: porque cuando uno tiene 27 años y escribe una novela ¡por 
        Dios que tiene plumas! Todavía me iban a pasar cosas cuando escribí 
        El picadero. Ahora, en cambio, no me va a pasar ninguna o muy 
        pocas, porque a esta edad uno anda preocupado de los remedios. Leer en 
        la prensa que la melotonina no sirve ha sido una gran 
        decepción.
        EL AMOR Y LA QUEJA
        ... Una persona 
        enamorada baila, pinta y pinta retratos. Pero no escribe. La persona 
        plena, que ha tenido "un encuentro", como dicen los beatos, no escribe. 
        Porque la literatura es eso: la busqueda del amor y la queja.
        EL GOLPE MILITAR
        ... Los que nos 
        quedamos en Chile después del golpe tuvimos que hacer obras muy bien 
        hechas y pensadas para que resistieran una situación que era mucho más 
        fuerte que la literatura. El picadero lo escribí en 1969 y se 
        publicó en 1974. El tren de cuerda se hizo en 1976, en una 
        imprenta particular. No hubo editorial ni librerías para recibirlo y me 
        que dé con todos los ejemplares guardados aquí en mi casa. Sin lo que 
        pasó políticamente en Chile, mi Cuarteto de la infancia jamás 
        habría existido. Una situación extrema como la que nos tocó pesa y exige 
        mucho en cuanto a la estrictez de la forma, porque al estar en un caos 
        lo que se busca desesperadamente es la estructura y eso a veces da 
        resultados estupendos: salen cosas como esos jardines dibujados y 
        simétricos de la época de Luis XVI
         
         
        
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