Cosmogonía al sur del sur, es el título de este libro, nos podemos preguntar: ¿qué significa una cosmogonía al sur del sur?, podríamos intentar, inmediatamente responder: se trata de un relato mítico sobre los orígenes del mundo o del universo, si optamos por hablar de mundo, eso nos lleva a que: el mundo es una totalidad de sentido, esta afirmación: una totalidad de sentido, nos lleva a más interrogantes, pero, además agregamos que esta cosmogonía dice ser "al sur del sur". Ahora nos aparece una aporía, un impasse, una detención, no podemos avanzar, pues no hay más sur o será que ¿el sur no es el sur? Estamos detenidos, pero la entrada a este libro tiene la respuesta, se trata de un “Canto a los pueblos de Tierra del Fuego”, el lugar nos dice al sur del sur, más allá del Estrecho de Magallanes, luego de trazar mapas, pero es un canto, es ese mundo, esa totalidad de sentido, se trata del habitar de aquellos y aquellas y su origen, al sur del sur, Kar-hubin-ká.

Kalani Shaira y Guillermo Enrique Fernández
Pero, ¿cómo acercarnos a esa tierra, y que ese acercamiento sea válido o apropiado?, la respuesta está en la palabra poética, ella es la vía para aproximarnos, necesitamos entonces de alguien que encarne, como testigo ese habitar, un testimonio de alguien que no es un testigo presencial, sin embargo, la ausencia es una poderosa presencia, pues ella se inscribe en los elementos de una naturaleza que nos sobrecoge y desafía. Debemos agradecer Kalani Shaira (Silvio Reyes), por asumir la labor de transmitirnos ese mundo, además del valioso aporte de las ilustraciones de Manuel Peris Valdebenito. Sin embargo, asumir ese desafío, no es fácil, así lo plasma el propio autor en Manifiesto:
Que puedo asir
verbo tras verbo
verso a verso
diciendo verdad tras verdad
contemplando la infinitud del horizonte y
la finitud de mi alcance terrenal.
La honestidad con que el hablante se presenta a la entrada de esta obra, se debe agradecer, ésta no se encuentra exenta de dudas, adoptando casi un tono confesional, la pequeñez ante lo inmenso, y continúa en Manifiesto:
Cuánto se debe sentir
para escribir un poema y
y plasmar en él la verdadera emoción,
la emoción sin alcance.
(…)
Cuánto debo sentir,
cuánto,
de pura experimentación
-- de sus planes cósmicos –
cuánto,
que los dioses no se aparecen
ante el retumbar ronco de mis palabras
Existe una lucha que se libra al interior del hablante y que además contrasta con la cosmogonía que debe ser cantada. Busca con cierta conmoción encontrar el tono más justo y ajustado a la labor que debe acometer, sabe de algún modo que esta labor terminará por modificarlo a él mismo. Esto me recuerda un verso de Paul Éluard: Hay otros mundos, pero están en éste. Un círculo interpretativo que también es un modo de arribar en el paisaje y los elementos de la naturaleza. Persiste en Manifiesto enfrentando y enfrentándose a su misión y su visión:
el interior oculto
de todo lo que es,
o quizás la ebriedad poética,
autopoiética,
de mi invención,
que por mi sola fuerza
y su poder de voluntad
creen rivalizar
con el tranquilizante silencio
de un claro de sol tras
las nubes tormentosas
de los cielos apretados.
¿Cómo es posible conservar el canto de pueblos casi desaparecidos, traducir y transmitir aquella marca, aquella historia inscrita en un paisaje que exige una fuerza y un esfuerzo descomunal, en todos los aspectos y lograr que la preservación de ello sea un puente para nuevas generaciones? La extensa pregunta queda abierta al futuro. Sin embargo, este texto se inscribe en la continuidad y rescate de ello, pues le precede: De la tierra sin fuegos, 1986, de Juan Pablo Riveros, ya son casi 40 años de la publicación de aquel libro, nos quedan estos testimonios poéticos, una poética antropológica de los pueblos al sur del sur, hoy en manos Kalani Shaira, con lo que aseguramos su tránsito contra el olvido, una suma para una arqueología del futuro. Así es invocado en Manifiesto.
Será un nuevo tiempo
otra humanidad
para nuevas vibraciones y
retumbar de nuestras cuerdas
que como las abuelas nos
encargaremos de la transmisión oral
y de la sabiduría terrenal.
Pero ahora es tiempo de recordar,
guardar el secreto de los antiguos
para una cosmovisión coral
transmitiendo
como ellos
el origen del tiempo y
su dimensión moral
Así el recorrido para la preservación comienza a buscar las huellas, éstas parecen contener en cada paso la cuaterna en la que confluyen dioses/mortales, tierra/cielo, una profundidad hacia lo alto y hacia lo subterráneo. Así en Huellas, se nos dice:
Así, miro inocente
cada paso, alguna huella
que sobreviva a las distancias del tiempo,
de caminatas y andares tranquilos
como el espíritu sereno
de quien no carga culpa alguna
por habitar
milenio tras milenio
la vastedad del mundo
en su mirada universal.
Llegamos a través del texto a Tierra del Fuego, al sur del sur, se abre ante nuestros ojos un paisaje que en sí parece mítico, permítanme describirlo desde la mirada de Francisco Coloane, en el relato La gallina de los huevos de luz:
La lucha de la tierra y el mar es allí casi permanente. La cordillera de los Andes trató, al parecer, de oponerle algunos murallones, pero en el combate de siglos todo se ha resquebrajado; el agua se ha adentrado por los canales, ha llegado hasta las heridas de los fiordos cordilleranos y sólo han permanecido abofeteando al mar los puños más fieros, cerrados en dura y relumbrante roca.
Este recibimiento también lo experimenta nuestro poeta-explorador, registrando en su libreta de notas, -- libreta de notas que se extiende como texto por todo el cuerpo, en el texto que es la piel, a pesar del abrigo por el que se filtra, a pesar de la urdimbre de la ropa, el paisaje – imaginamos. Vamos a un registro en el poema Tierra de los fuegos.
Así Tierra de los Fuegos,
te recibo con los brazos abiertos
golpeándome con tu poderoso viento
en el barranco de tus mares.
Este paisaje se resiste a la vida moderna, contrasta con la ciudad como representación de la acumulación y la explotación, el saqueo de la naturaleza y su dominio, o más bien de su sometimiento, involucra una visión ético-política que la devela, a la naturaleza, como un elemento más para la mercantilización. Pero Tierra del Fuego se mantiene y resiste en su salvaje presencia, también es nombrada como tierra del buen salvaje, pero ésta denominación occidental no puede describir del todo la relación que guarda con la divinidad en cuanto a la moral (del latín, mos- moris, costumbre), pues ésta fluye con el paisaje:
Temáukel
-“el de allá arriba”, le decían.
(…)
los hijos de nuestras tierras
al sur del sur,
alcanzaron la mayoría de edad
porque
Temáukel está alejado
del destino individual;
a la medida de su conciencia
saben distinguir
el bien del mal.
Aparece un sentido del individuo, que contrasta con el individualismo de nuestra época. La paradoja del mundo individualista que vivimos hoy y la falta de individuos. Todos y todas aspiran a lo mismo y en ello creen ser libres, buscar el éxito, acumulación, sea material o de conocimientos para sobresalir del resto, incluso estéticas definidas, y ya sin espíritu. En este punto el poeta nos lleva a otra escena, en El Individuo, nos dice:
Habiendo iluminado Temáukel
Al ser personal, a la conciencia humana
Que es la medida del autoconocimiento
Del cosmos primordial.
Los selk’nam se preguntaron por el individuo
(…)
Cuanto más libre
de cualquier dependencia o necesidad,
tanto más perfecta parece la personalidad
Luego sigue con oído y visión calma, nuestro poeta, escudriñando, testificando sobre las contradicciones, las luchas de fuerzas. Éstas nos recuerdan otros mitos sobre el origen del universo, como el Enüma Eliš (poema babilónico), así mientras reina el orden, las fuerzas del caos siguen trabajando de modo subterráneo, después se impondrá el caos y las fuerzas del orden, serán las que trabajen soterradamente. De ese modo se nos presenta en este libro los antagonismos: El sur contra el norte; Luna y sol, las fuerzas femeninas y las fuerzas masculinas, junto con sus descendencias, acompañadas por ritos de iniciación, surgen embestiduras como desde un sueño, también vida y muerte con su consiguiente resurrección. Todo ello es huella inmemorial, pero para ello deben habérselas con la lectura de este libro, y, tal vez, encontrar rasgos arquetípicos. Tal vez somos árboles, asolados por tempestades y vientos, mas es posible que las copas se alcen hacia lo universal, para ello se deben tener fuertes raíces. Gracias a Kalani Shaira por la palabra, la traducción y la transmisión, gracias a Manuel Peris Valdebenito por las ilustraciones, gracias por escarbar en las raíces de Kar-hubin-ká y resguardar el crecimiento hacia lo universal.

Durante la presentación del libro:
Juan Carlos Bistoto, Kalani Shaira y Guillermo Enrique Fernández.
Kalimera / Tienda de libros, vierrnes 31 de octubre de 2025.

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Presentación del libro: Cosmogonía al sur del mundo. Canto a los pueblos
de Tierra del Fuego (Kalani Shaira)
Por Valeria Gallardo Abello