PROLOGO
        En medio de las sombras, aparece el arqueólogo.
        EL ARQUEÓLOGO: El mundo ha envejecido. Hasta convertirse 
        en avenidas, las carreteras, ciudades formaron una sola entre ellas: 
        Nueva Gog. No hay más que cemento sobre el cual posar 
los pies y se 
        tropieza con el mundo completo o, simplemente, con nada. Así es: Los 
        escalones son un registro de la anciana arquitectura. La urbe es eterna 
        en el cielo porque los edificios cruzan la atmósfera. Y este mundo 
        existe, no está por ocurrir, en tanto que de su invisibilidad se nutre 
        para expandirse. Las profecías no ocurren mientras no son pasado y así 
        lo sabe el mundo envejecido: El Mundo de Ema Fumante. La ciudad 
        rebalsada que está aquí.
Una noche apareció el universo ante 
        Nueva Gog. Se apuntaba un asteroide sobre la costra de asfalto. El 
        alcalde mandó sepultar las grietas que recordaban a los ciudadanos la 
        existencia de la Tierra. Mas, finalmente, tuvieron que mirarla, porque 
        el cielo, mientras rotaba, enseñaba al cerebro la daga surcando esa piel 
        que lo mantiene con vida.
Pero el hombre suele olvidar el cosmos 
        como olvida su excremento al dejar la letrina, por lo que pronto la 
        estrella viajante dejó de asustar a la multitud, quedando en el añejo 
        periódico y en las cintas de noticiario como una más de las malas 
        noticias.
¿Quién dijo que Sodoma desapareció con Sodoma? Otra 
        ilusión del que se reencanta del Mundo. ¡Falsos profetas! Está más 
        esparcida que nunca. No es tonta. De los fracasos aprende 
        demasiado.
Ema Fumante también olvidó, y no sólo su muerte inminente, 
        sino, además, que la moda emigra. Ella perpetuaba los peinados de la era 
        Reagan entre muchas otras injerencias del mal gusto, por ello el sólo 
        presenciarla revelaba su entorno y trabajo. De este modo, su vida se 
        denunciaba a cada paso, pero, por suerte, a nadie le interesaba. Por lo 
        mismo todos caminamos salvados por el momento.
Ahora, se verá a Ema 
        llegando al sótano donde permanece su apartamento.
        
        
        
        
        ACTO 
        PRIMERO
        CUADRO I
        Sala de un departamento en un sótano de Nueva Gog. Papel mural 
        despegado representando grandes ventanales desde donde se ve pequeña una 
        ciudad. El televisor a la izquierda.
EMA: (Entra por la derecha 
        llevando un cigarrillo en la boca.) Ah… Emmanuel no ha reparado el papel 
        mural. ¡Em! ¡Manolo! Es un niño travieso… Debe estar en casa de 
        Raúl.
(Se sienta ante el televisor y continúa fumando en silencio.) 
        Dicen que subirá la cuenta de electricidad… Faltan reservas 
        hidroeléctricas… termoeléctricas. (Revisando un periódico.) Y se 
        desposará Teresa Teriosopolis. Una roca caerá en Diciembre. (Silencio 
        largo.) 
Hoy, saliendo a la oficina, apareció un hombre en la vereda 
        de enfrente. Me observó fijamente. Salí de su vista agachando la cabeza… 
        Lo vi doblar una esquina, lo vi desde un balcón rozándome a la salida 
        del subterráneo. Cuando compraba pan para el té, me atendió en la caja y 
        luego pasó a empacar mis compras. Como si esto fuera poco, llegando yo 
        hasta aquí, apareció descendiendo mientras subía las escaleras. ¿Qué 
        querrá? Qué desea ese hombre… (Silencio.) Nada bueno se puede esperar de 
        un hombre que aparece en todo lugar si no se trata de un marido. Me 
        busca. Me encontrará…
(Gruñe.) Necesito que llegue el viernes. 
        (Encendiendo un nuevo cigarrillo.) Pero, para qué. El domingo es el 
        problema. Desearía que no llegase nunca el domingo. El domingo por la 
        tarde.
Emmanuel cree que la vida es un juego, pero la vida no es un 
        juego. Debe aprenderlo antes que se convierta en un hombre. La vida no 
        podría ser un juego. Cualquier cosa menos eso. De otro modo los que no 
        saben que viven, o los que no saben vivir, ganarían el juego (Fuma.) 
        
(Se abre la puerta. Entra Emmanuel. Viste pantalón negro, 
        camiseta roja elasticada, un aro en el lóbulo izquierdo, una cresta en 
        la cabeza nada impresionante. Pasa directamente a la cocina, que se 
        supone a la izquierda.) 
        EMA: Emmanuel… Em… (Fuma.) Olvidaste reparar el papel mural. Yo no 
        tengo tiempo para hacerlo. No tengo dinero para pagar un 
        maestro.
(Silencio.) Trabajo hasta tarde… Tengo 
        problemas.
EMMANUEL: (Apareciendo.) Me voy. 
EMA: 
        Qué.
EMMANUEL: No comiences a preguntar, porque no te voy a 
        contestar.
EMA: Ay, Emmanuel. 
EMMANUEL: Tenemos que tocar sin 
        parar.
EMA: ¿Tocar qué? ¿Qué vas a tocar? 
EMMANUEL: (Saliendo por 
        la izquierda.) La batería.
EMA: Pero… Puedes tocarla aquí. Puedes 
        invitar a tus amigos. Me dejan todo limpio. Sabes que es ésa la única 
        condición.
EMMANUEL: (Desde afuera.) No…
EMA: …O yo limpio cuando 
        vuelva.
EMMANUEL: (Reingresando.) No… 
EMA: Recuerda la vez 
        pasada.
EMMANUEL: (Sobresaltándose.) Ema. Tenemos que tocar. Tengo 
        que cumplir con la nueva banda. Son todos muy buenos. Yo soy el peor, 
        por eso si fallo me sacan.
EMA: Pero… ¿Y Raúl?
EMMANUEL: 
        ¿Raúl?
EMA: ¿No estabas tocando con Raúl?
EMMANUEL: Anda agarrado 
        de una tipa. Cree que la vida es un juego.
EMA: (Apresurándose.) La 
        música es un juego…
(Silencio.) 
EMMANUEL: (Con desdén.) Tonta. 
        ¿Piensas que hay que estar tras un escritorio para no estar jugando? 
        ¿Crees, acaso, que tu jefe no te ve como a un juguete? El juguete no 
        juega porque juegan con él.
EMA: Emilio es una persona respetable y 
        culta.
EMMANUEL: Si vas a jugar manda tú. Así lo hago 
        yo.
(Silencio.) 
EMA: Tú no mandas a nadie. Imaginas. Sueñas con 
        manejar a los demás… Ello está reservado para las personas rigurosas, no 
        para los vagos. ¿Entiendes? Eres bien leso… 
EMMANUEL: 
        (Estacionándose ante ella.) No hables. No sabes. ¿Qué podrías 
        entender?
EMA: (Repentinamente sollozando.) Un día me voy a morir… Te 
        quiero ver…
EMMANUEL: (Interrumpiéndola.) Vas a estar muerta… Ojalá 
        sepultada… ¿Cómo podrías verme?
EMA: (Continuando con un tono 
        lastimoso.) Lleno de remordimientos…
(Silencio. Emmanuel entra en su 
        alcoba.)
EMA: (Secándose las lágrimas.) No te preocupes por el papel 
        mural. (Se pone de pie.) Lo voy a arreglar ahora. Te va a mejorar la 
        panorámica.
(Silencio. Ema se queda observando el papel mural 
        mientras fuma.) 
EMMANUEL: Entonces, me voy el viernes.
EMA: 
        (Suplicante.) Ay. Niño… Tenemos un bautizo. Por favor…
EMMANUEL: 
        (Meneando la cabeza.) Ah. 
EMA: Em…
EMMANUEL: (Irónico.) 
        Bautizo.
EMA: Tu primo… El hijo de Isabel.
EMMANUEL: ¿Cómo es que 
        todavía se bautiza a los niños?
EMA: ¿Por qué dices eso? La gente 
        tiene sus verdades…
EMMANUEL: Que estúpido…
EMA: (Melancólica.) …Y 
        yo se las respeto.
EMMANUEL: (Resolutorio.) ¿Qué verdades? En 
        diciembre se acabará el mundo. 
EMA: Ay… No me lo recuerdes. Mañana 
        tengo que trabajar y necesito calma.
(Suspiros mutuos.) 
EMMANUEL: 
        Bautizar: ¿para qué? Si alguna vez tuvo sentido, ya no lo tiene.
EMA: 
        (Creyendo encontrar la clave.) ¿Y tocar? No tienes que tocar. En 
        diciembre no quedará nada, según tú.
EMMANUEL: Quiero disfrutar 
        mientras se pueda.
EMA: Todos vamos a morir, pero no por eso dejamos 
        a un lado nuestras obligaciones.
EMMANUEL: (Furioso.) ¿Quiénes? 
        Todos… Me ves como un extraño entre Todos.
EMA: Todos los que cumplen 
        con su deber.
EMMANUEL: Yo cumplo con mi deber… Mi deber es tocar. No 
        hay otro.
(Silencio.) 
EMA: Es un mundo extraño. Vistes como 
        aquellos que piden el sustento ajeno en las calles. Disfrazados de pavos 
        reales. Repletos de cadenas y alambres de púas. No hay sanidad allí. 
        Sólo puede haber una cosa. Persiste y no podrán escapar de ella. Tendrán 
        que dormir. Tendrán que desnudarse para dormir y entonces descubren que 
        del encuentro en los lugares públicos han sido devueltos iguales ante 
        sus camas. Desnudos. Pieles todas semejantes. Igual que un empleado de 
        banco, igual que un militar como estatua de mármol. No son diferentes… 
        Tus amigos no son diferentes. Ni siquiera hacen algo diferente. Todos 
        viven por egoísmo. Sólo por ellos y rindiendo cuentas ante sus propios 
        jefes.
EMMANUEL: Entonces, soy uno como Todos.
EMA: Sí. 
        
EMMANUEL: (Disfrutándolo.) Ah…
(Silencio.)
EMA: Quédate. La 
        ciudad sigue funcionando. 
EMMANUEL: ¿Y?
EMA: ¿Y? …Mi gerente 
        decidió que el asteroide no debía afectarnos. Rebelarse ahora no será 
        diferente a haberlo hecho cuando la amenaza no existía. Es que todo 
        sigue funcionando. 
EMMANUEL: (Sonriendo.) Sigue…
EMA: Confusa.) 
        Sigo… ¿qué?
EMMANUEL: Por fin hablas como debiste haberlo hecho 
        siempre.
EMA: Em… ¿Qué dices?
EMMANUEL: Pero, pudiste hacerlo 
        antes, cuando todavía quería ser libre.
EMA: (Acongojada.) Eres libre 
        de quedarte.
EMMANUEL: (Frustrado.) No hablo de hoy, hablo de 
        siempre. Pudiste ser siempre así, pero nunca me diste buenas 
        razones.
EMA: Si eras un niño… Es decir… Eres un niño. Los niños no 
        entienden. No existe diferencia, si se les indica qué hacer ordenándoles 
        o explicándoles.
EMMANUEL: (Gritando.) ¡No! 
EMA: (Sollozando.) 
        ¿Cómo?
EMMANUEL: Ese fue siempre el problema. Podías ver la 
        diferencia. Y jugabas.
EMA: No… ¿No?
EMMANUEL: Juega ahora si 
        puedes.
(Ema se tapa el rostro con las manos.) 
EMMANUEL: Esa es 
        la fórmula con que hoy me ordenas. Pero ya no más.
EMA: La vida no es 
        un juego.
EMMANUEL: Ahora yo me voy.
EMA: Pero: ¿te quedarás a 
        dormir? 
(Silencio.)
EMMANUEL: Me iré el viernes (Sale.) 
EMA: 
        Ay… Quiero tenerlo en diciembre (Fuma.) 
        EMA:
Quiero tenerlo en diciembre
cuando todos corran a los 
        brazos,
a los vientres junto a las chimeneas:
Quiero tenerlo para 
        verlo.
        Es que si no está,
será un Nuevo Año en soledad.
Si el hombre 
        no acaba
con la ceremonia precisa,
nada hay en toda la 
        prisa,
nada hay tras el cigarro último.
Fumando todo es 
        oscuro
por más que el humo ilumina.
        Quiero tenerlo en diciembre.
Tenerle, abrazarle y quererle.
        (Silencio - Suena el teléfono. Ema se dispone a contestarlo.) 
        
EMMANUEL: (Cruzando.) Es para mí…
         
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        Otros seleccionados en la Muestra Off de Dramaturgia 
        fueron: . Ximena Carrera , Daniela Contreras Bocic , Cristián Figueroa, 
        Jorge Gajardo, Mauricio Ibarra.
         
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        Leer: Joaquín Trujillo S. Poesía: "Judas en el 
        Trapecio"
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        .. "El arca 
        subsumida"