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Naín Nómez

 

 

Del iceberg a la chatarra

por Naìn Nomez



No hay duda que lo que se juega el 16 de Enero del nuevo milenio es algo màs que una elecciòn y la particiòn de las aguas permitirà la configuaraciòn de dos paìses radicalmente distintos: el de Ricardo Lagos, que buscarà unir eficiencia e igualdad social y econòmica por un lado, y el de Joaquìn Lavìn, quien màs allà de su apariencia analgèsica, representa el oscurantismo màs sutil y pragmàtico que haya mostrado la derecha chilena en muchas decadas.

Tampoco hay duda que este empate agònico que parece sorpresivo y casi absurdo, dada la poca consistencia argumentativa de la campaña lavinista, basada en cuatro o cinco slogans y un marketeo de millones de dòlares, se incubò fundamentalmente, a partir de los errores de la propia Concertaciòn. Y no estoy hablando de un mayor o menor atraso en el ajuste patrocinado por el Banco Central, ni de una campaña confrontacional que Lavìn eludiò con una impavidez impresionante, tal vez sòlo superada por la cìnica actitud de Alberto Cardemil, otrora portavoz de Pinochet y ahora adalid de la democracia.

Si bien es verdad lo que plantea Ascanio Cavallo, cuando señala que Chile cambiò en los ùltimos treinta años y se convirtiò en una sociedad "aspiracional", expansiva y moderna, detalle, a su juicio, no considerado suficientemente por ciertas fracciones de la Concertaciòn; no es menos cierto, lo que señalan con matices Eltit, Jocelyn Holt, Uribe o Chonchol, cuando exponen los vicios de una polìtica homogeneizadora que ha diluido la crìtica, jibarizado la economìa, destruido la comunicaciòn alternativa y convertido a la cultura en espectàculo. Esto se iniciò ya en el gobierno de Aylwin en 1990, con la celebraciòn simbòlica del Estadio Nacional que invitò a la purificaciòn y a la conciliaciòn, que abriò expectativas que no se cumplieron y generò un consenso artificial que clausurò toda polèmica y discusiòn, culminando con el anuncio del fin de la transiciòn en 1991 y la imagen del paìs simbolizada en el iceberg de Sevilla en 1992.

Desde la resemantizaciòn de la idea de Progreso de viejo cuño liberal, articulada a la matriz de paìs moderno y paìs ganador, que transportò el iceberg real y simbòlico de la Exposiciòn Universal de Sevilla 92 hasta la imagen de paìs chatarra-paìs desecho,que mostrò Chile como sìmbolo en la reciente Feria del Libro de Guadalajara, lo que ocurre es un largo proceso de despolitizaciòn que transforma al ciudadano en un consumidor no conciente y alienado. La Concertaciòn adoptò el modelo econòmico de la dictadura y el slogan de paìs ganador de Pinochet, que ahora le es arrebatado por un Lavìn que prosigue la matriz del sistema neoliberal y se presenta como el verdadero continuista, no sòlo del modelo anterior sino ademàs del imaginario de la propia Concertaciòn. Tres elementos fundamentales contribuyeron a la clausura de las discuciones permeada por la censura, la autocensura, la represiòn del conflicto, la falta de discurso crìtico y la desmovilizaciòn: primero, la crisis moral apoyada por la iglesia; segundo, el concepto de tèrmino de la transiciòn señalada por Aylwin, y tercero, la imagen de paìs continuista que tiene su centro en el modelo neoliberal y la imagen del iceberg. Esta imagen blanca, pura, homogènea, desprovista de aristas, se une al saneamiento de las costumbres, a la desideologizaciòn, a la falta de heterogeneidad de propuestas y de espesor cultural y a una transiciòn inacabada que no termina de instalar ni la modrnidad ni la democracia en el paìs. En ese sentido es verdad que Lagos apela a un ciudadano que no existe, porque fuè destruido por la polìtica-no-polìtica de la propia Concertaciòn. Y la clausura de la discusiòn polìtica y del disenso ha dejado un paìs blanqueado y purificado como un iceberg, en el que mayoritariamente cuenta la expansiòn aspiracional a bienes y mercado, como señala Cavallo.

El fenomeno Lavìn es esencialmente la continuidad del iceberg, pero tambièn la consolidaciòn del sìmbolo de paìs-chatarra, con el cual hemos querido clausurar el milenio en la Feria de Guadalajara. No podemos seguir despilfarrando la diferencia, la heterogeneidad, el patrimonio de una democracia que nos ha costado tanto sostener dìa a dìa. No podemos entregarle a los padres, hijos y nietos de la dictadura, lo que con tanto esfuerzo nos ha costado construir. Lagos tiene que ganar porque es el mejor y el ùnico capaz de generar una sociedad de participaciòn de la gente real. Si 'despuès del goce inicial, pareciò que no habìa nada que combatir y nada que construir' y si todo lo que existiò pareciò desvanecerse en el aire, despuès de diez años de soledad no podemos perder esta segunda oportunidad sobre la tierra. El resto, es decir Lavìn, serìa el silencio




Rocinante, enero 2000

 

 

 

 

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